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Rosa fue secuestrada y asesinada, embarazada de pocos meses. Su cuerpo sin vida fue encontrado cerca de Punta Indio. Las otras víctimas son Juan Carlos Rosace, Adrián Accrescimbeni y Ramón Arancibia. Todos fueron arrojados al agua desde vuelos que partían de Campo de Mayo, y de los que no hubo, hasta este proceso, prueba condenatoria contundente.
"Este juicio se basa mayoritariamente en declaraciones de ex soldados que reportaban como conscriptos en el batallón de aviación", señala el abogado Pablo Llonto, quien motorizó la causa. "Y promovió esta visita”, suma Gustavo Molfino, familiar de víctimas del terrorismo de Estado que participó aquí como fotógrafo de La Retaguardia, una publicación que sigue estos juicios.
“La inspección como instancia de prueba confirma la existencia de los vuelos desde este aeródromo”, explica Llonto. Como querellante por tres de las víctimas de este juicio, el abogado destaca: “Es el primer juicio sobre vuelos de la muerte que despegaban de Campo de Mayo”. Valora, al mismo tiempo, que pudiera concretarse por los ex soldados que decidieron contar lo que vieron: el traslado de los secuestrados, las ampollas de medicación para adormecerlos. También contaron que escuchaban decir que “a los subversivos se los tira al mar”. El rumor se esparcía en los cuarteles. Se hablaba de “vuelos fantasma”, entre los mandos del Ejército. “Era todo de noche y en la clandestinidad”, describe Novillo al recordar el testimonio de los ex colimbas.
Por el relato de esos ex soldados avanza el proceso sobre quienes diseñaron y ejecutaron los vuelos. Entre ellos, Santiago Riveros, al mando en Campo de Mayo desde 1976 a 1978, y su segundo en el batallón de Aviación, el también piloto Delsis Malacalza, el único imputado presente durante la inspección.
Esta crónica publicada por Página/12 sirve de presentación para la entrevista que en la emisión del 3 de marzo de 1995 hicimos en ORAL Y PÚBÑLICO a Emilio Fermín Mignone (CELS)